El Singuerlín gana en actitud pero pierde ante un Valldoreix y su estado del campo

Valldoreix – Singuerlín

Jornada 12. Segunda Catalana grupo 2

Caja de cerillas. Mi hermano, que sabe bastante más que yo, y de fútbol también, suele decirme que lo que marca más el desarrollo de un partido de fútbol no profesional es el tipo de campo en el que vas a jugar. El césped, la historia de ese estadio y, sobretodo, las dimensiones hacen que el partido se vea condicionado hasta extremos que resulta difícil la práctica del fútbol en determinados campos.

Sea como fuere, hasta Vallvidrera fue el primer equipo del Singuerlín, con algunos padres, algunas novias y bastantes socios y amigos, para ver la jornada número doce del primer equipo en segunda catalana. Se presentaba el partido con bastantes urgencias para el Singuerlín, así como con algunas bajas destacadas que declinan el potencial del equipo. Antes de salir a jugar ya se percibía que jugar se jugaría más bien poco; saltarían, despejarían, se sacrificarían, pero jugarían poco. Jugar entendido como lo que han venido haciendo en la mayoría de partidos de esta reciente temporada, igual que la pasada.

Son más un equipo de creadores que de destructores y hoy ha sido precisamente ése el hándicap: los que crean estaban en un entorno estéril para ello, por más que intentaban regar el campo de algo de fútbol raso y elaborado se acababa jugando a destruir y, en eso, los locales sabían más. Destruir es legítimo y en ese rincón donde se disputaba el partido y con los jugadores que disponían los locales, la decisión oportuna y coherente es destruir sabiamente a construir mal.

La fórmula es sencilla: cuanto menos espacio y los mismos participantes, más densidad de jugadores y, por tanto, menos tiempo para pensar y más riesgo para el que quiere pensar en jugar, y no para el que pretende únicamente lanzar el balón a las nubes esperando que caiga donde nunca cae.  

 

Primeras y segundas jugadas. El Singuerlín perdió un partido que estuvo igualado hasta el segundo gol del Valldoreix, en el minuto 70, tras una falta lateral innecesariamente hecha y mal despejada que cae justo en el pié del delantero que solo debe acomodarlo para batir a Raúl a escasos metros de la portería.

Una vez en este punto, el Valldoreix se sintió cómodo con el partido roto, defendían todos ellos a 5 jugadores visitantes y atacaban todos ellos a 5 jugadores visitantes, los 4 de atrás más el mediocentro. Aquellos que esta vez vestían de verde y blanco estuvieron más cómodos defendiéndose que cuando tuvieron que llevar la iniciativa para deshacer el empate que Balca, a 3 minutos para la media parte, consiguió desde la frontal del área, golpeando con su izquierda un balón mal rechazado que quedó franco para él.

Los nuestros se iban reponiendo poco a poco del mal inicio del partido y del gol encajado en el minuto 5 nacido de un despeje dudoso de Raúl que cae en la bota derecha de un contrario que logra superarlo con una vaselina desde fuera del área.

Este primer gol no fue más que la consecuencia de que, aunque pueda parecer diferente, es bastante más complicado ubicarse en campos pequeños que en campos grandes. Todos hablaban de las segundas jugadas pero, como dice Juan Manuel Lillo, nos preocupamos de las segundas jugadas pero nadie conoce las primeras jugadas.

Quizá si hubieran conocido las primeras jugadas ese despeje de Raúl hubiera ido a pies de alguien de Santa Coloma, bien colocado. Nunca lo sabremos, aunque queda claro que el Singuerlín prefiere descifrar las primeras jugadas que ir detrás de las segundas.  

Dinámicas. Las dinámicas son como la intensidad, palabras que utilizamos en el mundo del fútbol para describir cosas que ni las sabemos explicar ni tampoco somos capaces de descifrar por qué suceden. Cuando ganas seguido sin mucho fundamento es que estás en una buena dinámica y, en cambio, cuando pierdes seguido sin saber muy bien los motivos y habiéndote quedado sin escusas es que estás en una mala dinámica.

Por lo que dice la reciente trayectoria sembrada en Can Zam 2 la dinámica es mala o demasiado negativa para pasarla por alto. En este grupo hay jugadores experimentados sin ser veteranos y jóvenes con potencial suficiente para salir de la espiral fatalista en la que están inmersos y volver a ganar.

O volver ganar para salir de la espiral fatalista, léase como se quiera. Las dinámicas son como la religión, la usamos para explicar lo que no conocemos y darle sentido.

Fin de semana nublado por campos demasiado pequeños, por segundas jugadas que no se sabe de dónde venían y de dinámicas que no sabemos cómo han llegado hasta Santa Coloma, y de mucha lluvia también. Ayer parecía un partido mediocre de Premier League o de Championship, de alguna ciudad del norte de Inglaterra con nombre raro como Huddersfield o Blackburn, el balón estuvo más rato en el aire que en el suelo.

Mucho salto, muchos golpes, poco riesgo… Mi hermano tenía razón, como casi siempre, sobre que el tipo de partido viene condicionado por el tipo de terreno de juego.