Jornada 4

 

Singuerlín 2 Sarrià 2

Volaron amargamente dos puntos de Can Zam cuando, allá por el minuto 65, el campo hacía cuesta abajo para los locales y el mejor jugador de los de Sarriá era su portero. Con empate a dos y jugando faltos de ritmo para la jornada en la que estamos, entre ansiosos y entristecidos, los nuestros lograron supeditar a los imberbes de Sarriá, haciendo que desearan acabar el partido y maldecirse por desperdiciar una ventaja de dos goles conseguida en los diez primeros minutos. Xavi y Pol estuvieron a centímetros de cambiar el final del partido: el primero remató al larguero cuando todos la cantábamos dentro y el segundo erró un penalti que parecía imposible que no entrara. Litri y Nache llegaban por sus respectivas bandas, iban y volvían, acababan la jugada y defendían de nuevo. El partido estuvo lejos del área de Jaume pero se volvía peligroso cuando se acercaba.

Cuesta entrar con confianza en los partidos y parece que solo a los de verde y blanco les caiga el sol abrasador encima mientras que los rivales campan alegremente. Los goles contrarios, como la fuerza del sol, caen del cielo como si nada, mientras que los goles del Singuerlín nacen entre una sensación que hastía que obliga a tener que remar contra corriente multiplicando el cansancio y la desesperación que genera no ganar. Aunque, ya saben: los argumentos cuando no ganas solo suenan a excusas baratas. Por otro lado, siempre estaríamos peor si ni siquiera se remara para subir por el río. La barca es nueva, falta curtirla.

Si hablamos del juego exclusivamente es innegable que se intenta despreciar lo más mínimo el balón y que hay malas miradas dentro del campo cuando se lanza para arriba, sin criterio. Para intentar jugar se debe procurar que el otro equipo juegue lo más mínimo y, esto está claro, cuanto más cerca se presiona al rival más se multiplican las opciones que nos ganen las espaldas, y así vinieron los dos goles. Es, en definitiva, la teoría de la manta: si te tapas la cabeza los tobillos quedan al descubierto, y al revés.

Un empate que sabe a poco aunque se combatió para conseguirlo y no se bajaron los brazos pese a los primeros veinte minutos donde la esperanza brillaba por su ausencia.

Toca seguir remando.