
El despertar del insomnio.
Jornada primera. Temporada 19/20
Singuerlín – Huracán
Se acabó el verano y las tardes sin fútbol caerán en el olvido. Empiezan las competiciones, los domingos entretenidos y tenemos que desempolvar la caja en la que guardamos los insultos más originales para el árbitro que ha pasado meses debajo de la cama esperando la primera jornada, el primer fuera de juego mal pitado (o bien pitado, da lo mismo).
Hace ya tres años pasé unos meses de insomnio a causa de estrés o nervios o vete a saber por qué y estaba despierto durante toda la noche cada noche. Cuando dormía era a trozos muy fragmentados y cuando no tocaba, vivía por la noche y sobrevivía durante el día; iba por el mundo con la cara pálida y apariencia de zombie, arrastrándome por los sitios con cara de frecuentar el consumo de sustancias psicotrópicas. En una de esas noches interminables con el insomnio instalado en mí, tirado en el suelo, viendo un canal de deportes que recién acababa de descubrir en mi tele de pago pirateada al vecino empezaron la retransmisión de un partido de la SuperLiga Argentina (que no es ni Súper ni Liga); algo de Avellaneda contra unos de Rosario, disculpen mi memoria. Después de ver a 22 tíos machacarse sin compasión corriendo de un lado a otro, pegándose sin piedad en partes del cuerpo que no creía posible que seres humanos racionales se pudieran pegar, sobre un césped de un palmo de alto y exhibiéndose ante una grada medio llena que no paraba quieta, hiperactiva: insultando a uno y a otro, la concha de tal y cual y lanzando lo que encontraban en los bolsillos al pobre jugador que pateaba los saques de esquina; era obligatorio saltar con los codos en las cejas del contrario y toda la publicidad que había incrustada dificultaba ver el color de las camisetas de los jugadores; mi insomnio, en ese momento, se acabó: mis ojos se cerraron y mi cerebro descansó por primera vez en bastante tiempo. Dormí plácidamente, como un bebé. Desde entonces, mostrando mi agradecimiento por haber eliminado mi insomnio, me declaré profundo admirador incondicional del fútbol argentino actual y de sus líos y declaraciones cruzadas, de su Chiringuito de ahí con sus tertulianos idiotas y de la sorpresa cuando sale algún equipo que da cuatro pases seguidos, muy de vez en cuando, como este pasado año Defensa y Justicia, (sí, querido amigo, éste es el nombre de un equipo puntero de allá). La pasión desmedida y el esfuerzo feroz de aquellos de Avellaneda y los otros de Rosario me arrebataron el insomnio, me aburrieron tanto que mi cuerpo me obligó a dormir.
De vuelta a tercera catalana nos reencontramos con una victoria en nuestro campo muchos meses después. Diferente entrenador, algunos jugadores nuevos y los veteranos de siempre con un año más para acentuar su condición. Ante los sudamericanos de Huracán como primer rival, desconocido por nuestra parroquia hasta ayer, los de Singuerlín mantuvieron durante todo el partido un nivel regular, sin los arranques eufóricos de antaño ni tampoco las profundas bajadas de tensión de las segundas partes que tantos puntos nos costaron. Un buen nivel contando solo con tres semanas de entrenamientos y un par de amistosos. Se vio un equipo que se cree lo de proponer y que, en cierta manera, le importa que el que venga a ver el partido vea algo más que esfuerzo: cinco pases bien entregados y alguna jugada bien trenzada por el suelo, apareciendo cuando no hay nadie y ocupar ese lugar que se ha dejado libre, son puntos a favor en la opinión del espectador. Peña marcó el primero al rematar un córner al moflete derecho de la portería elevándose para cabecear desde la estratosfera y Damián, partiendo de la zona militarizada del fuera de juego, condujo y la puso por encima del arquero. Damián definió como lo hubiera hecho Xavi y Xavi se partió la cara como lo hubiera hecho Damián. No se crearon muchas ocasiones de gol, ni por un lado ni por otro, pero se dominó a los visitantes, desde el cerebro, no desde el corazón. Se ganó merecidamente. Los jóvenes sorprendieron con su naturalidad y a los otros ya los conocemos.
Se debe destacar, por todo el mundo queridos, a Bebe por su gran actuación en una posición en la que nunca ha jugado, un violinista en un concierto de rap, y al Capi. Gran partido de ambos.